La guerra había comenzado como una continuación revanchista de los conflictos paneuropeos de principios de siglo pero había degenerado rapidamente en una nueva forma de hacer guerra, más rápida y destructiva, pero también más peligrosa para la población civil y lejos de aquellas hazañas honorables como la tregua de Navidad, las aventuras de exploradores/militares como Lawrence de Arabia o las guerras de guerrillas de los alemanes en África.
En apenas 2 semanas los alemanes habían conseguido algo imposible en una guerra sin fin que duró 4 años (la Gran Guerra); habían conseguido conquistar ni más ni menos que la otrora potente y chobinista Francia, ahora convertida en una entidad sin liderazgo y ocupada por los alemanes o por los franceses colaboracionistas de Vichy. Pero on solo ahí acababan las conquistas alemanas, sino que Polonia y los países nórdicos e, incluso, los neutrales Países Bajos.
En este contexto de victoria alemano/italiana en todos los frentes y ante la inminente derrota británica en los cielos Hitler y Mussolini optaron por buscar ese favor que un dictador fascista les debía ya que, al fin y al cabo, las tropas del eje habían ayudado en la guerra civil como ninguna otra potencia. Ese hombre con el que se reuniría el Führer era ni más ni menos que el Generalismo, el Caudillo Franco. El objetivo: una posible entrada en la guerra de las curtidas tropas nacionales que tan bien lucharon con sus propios hermanos republicanos.
Además Hitler buscaba en una futurible entrada en la guerra de España el control del estrecho de Gibraltar, paso al Mediterráneo, que impediría una invasión a los territorios del Eje desde el sur. Las demandas territoriales sostenidas como punto de partida por ambas dictaduras para afrontar las negociaciones eran:
- Por parte de Hitler, la cesión de una de las Islas Canarias, una base naval en Mogador o Agadir y, al parecer, la isla de Fernando Póo.
- Por parte de Franco, además de la colonia británica de Gibraltar, Orán, Marruecos y Guinea, parte integrante del imperio colonial francés. Además se sugirió la posibilidad de tomar también el Rosellón francés.
- Por parte de Hitler, la cesión de una de las Islas Canarias, una base naval en Mogador o Agadir y, al parecer, la isla de Fernando Póo.
- Por parte de Franco, además de la colonia británica de Gibraltar, Orán, Marruecos y Guinea, parte integrante del imperio colonial francés. Además se sugirió la posibilidad de tomar también el Rosellón francés.
Cuando llegó el tren oficial “Erika” desde París Hitler bajó impaciente al no ver a Franco. Este por su parte llegó ocho minutos tarde y cuando descendió del vagón, Hitler y von Ribbentrop le esperaban al pie de la escalerilla. Franco vestía uniforme militar con gorro cuartelero, mientras que Hitler usaba el uniforme del Partido, con gorra de plato. El barón Von Stohrer hizo las presentaciones y luego, juntos, los dos jefes de Estado revistaron las tropas.
La entrevista se celebró en el coche-salón. En el momento de subir se le comunicó al embajador de España en Berlín, Espinosa de los Monteros, que ni él ni Von Stohrer iban a participar en la reunión. Así pues, a la entrevista asistieron únicamente Franco, Hitler, von Ribbentrop, Serrano Suñer y como intérpretes, por parte alemana Gross y por parte española el barón de las Torres.
Tanto Hitler como Franco realizaron largas exposiciones cada uno con sus respectivos argumentos. Así, Hitler exigió a Franco la entrada inmediata en guerra y le comunicó que los paracidistas estarían listos para atacar Gibraltar en enero de 1941. Por su parte Franco informó de los graves problemas de hambrunas que afectaban a una población destrozada tras la guerra y exigió la llegada de cien mil toneladas de trigo. Ante esto Hitler perdió los nervios. Franco siguió exponiendo sus exigencias que, ante todo, buscaban la no entrada en guerra ya que Franco se había entrevistado con el oficial de inteligencia alemán Canaris (ver entrada sobre él en el blog) que le había comunicado que Alemania no podría ganar esta guerra:
- Gran Bretaña no estaba derrotada y buscaba la ayuda de los EEUU.
- El ejército italiano y el español estaban tecnólogicamente atrasados y supondrían una carga para Hitler
- El trigo, petróleo, maquinaria y carros de combate que exigía Franco eran inaceptables para la industria alemana.
La reunión, sin embargo, no fue un absoluto fracaso y Hitler consiguió salir de Hendaya con una promesa española de entrada en la guerra bajo el brazo, tras presiones y amenazas veladas a Franco, a quien Hitler insistió en que "debe tomar una determinación y no permanecer ignorante a los acontecimientos, y a que las tropas se hallan en los Pirineos". Rechazado en primera instancia por Serrano y Franco, el segundo protocolo constituye un firme compromiso con el Eje, lo que reconoce el mismo Serrano Suñer, aunque no deja de ser vago y cede a criterio de España la fecha de entrada en el conflicto. El protocolo secreto español fue probablemente destruido con posterioridad al conflicto, y lo mismo se temía del alemán hasta la salida a la luz en 1960 por parte del departamento de Estado de EEUU. Las posteriores negociaciones establecidas principalmente con Mussolini, que, aunque tenía más vínculos ideológicos y culturales con el Régimen Franquista lo veía como un potencial competidor, y el cambio de rumbo de la guerra impidieron la entrada española.
Ahora bien, la entrada en guerra de España podía haber tenido consecuencias tanto positivas como negativas:
- Positiva: la derrota alemana habría provocado el derrocamiento del regimen franquista y la imposición de la democracia ahorrando al país 40 años de aislamiento y hambre. A su vez habría aumentado el desarrollo tecnológico del país.
- Negativa: por supuesto las graves pérdidas humanas y materiales junto a la más que segura muerte de la población judía española muy numerosa y fuente de cultura. Esto último se hace también extendible a gitanos, comunistas y anarquistas... que aunque sufrieron graves persecuciones tras la guerra no fueron ni mucho menos tanto como las de los alemanes que acabaron con más de 15 millones de muertes en campos de concentración.
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