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viernes, 29 de enero de 2010

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Yúschenko condecora ucranianos que salvaron a judíos en la II Guerra Mundial

El decreto presidencial, emitido con motivo del Día internacional en recuerdo de las víctimas del Holocausto, honra la hazaña de quienes salvaron a judíos del "genocidio fascista" y preservaron la memoria de los mártires exterminados por la Alemania nazi.

En la Segunda Guerra Mundial los nazis mataron a aproximadamente 1,5 millones de judíos en Ucrania, donde el símbolo más dramático de aquel exterminio es Babiy Yar, un barranco cerca de Kiev donde tan solo en septiembre y octubre de 1941 murieron unos 30.000 judíos.

Durante la ocupación de Kiev, los nazis efectuaban en Babiy Yar ejecuciones en masa cada martes y viernes, ya no solo de judíos, totalizando el número de víctimas en ese lugar entre 150.000 y 200.000 personas.

Actos recordatorios se celebraron hoy por toda Ucrania, como en Zaporozhie, donde los nazis en 1942 ejecutaron a 20.000 judíos, y en la península de Crimea, en el mar Negro, donde fueron exterminadas unas 40.000 personas, la mayoría judíos.

También rindieron homenaje a las víctimas del Holocausto en el puerto de Odessa, donde entre octubre de 1941 y abril de 1944 los nazis ejecutaron y quemaron vivas a 28.000 personas, la mayoría de ellas habitantes locales judíos

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Auschwitz: símbolo de resistencia frente al fascismo

El mayor campo de concentración de prisioneros europeos, convertido en museo de la memoria histórica, congregó este miércoles a sobrevivientes, veteranos de la guerra antifascista y a dirigentes políticos mundiales, en la sureña localidad polaca de Oswiecim.

La humanidad conmemora este 27 de enero la liberación en 1945 por el ejército soviético del sitio destinado por los nazis al exterminio de millones de personas, entre ellos, a los judíos, aunque otros grupos étnicos fueron víctimas de la maquinaria hitleriana, desde 1940.

Naciones Unidas instituyó en 2005 el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto.

El estrepitoso ruido de sirenas dio la señal para iniciar las ceremonias conmemorativas en el complejo de museo Auschwitz-Birkenau, protegido por el gobierno polaco, la UNESCO y otras instituciones europeas.

Para el líder del Congreso Judío Europeo, Moshe Kantor, la matanza y el genocidio, como estrategia de exterminio del Tercer Reich, es una tragedia que une a toda Europa.

El ministro ruso de Educación, Andrei Fursenko, abogó por un reconocimiento al Ejército Rojo, cuyas tropas liberaron a los prisioneros de Auschwitz-Birkenau y de otros campos de concentración en la Polonia ocupada como Treblinka y Sobibor, donde fueron asesinadas millones de personas.

Solo en Auschwitz, según algunas estimaciones, murieron un millón 100 mil prisioneros, la mayoría en las cámaras de gas, pero también bajo las ráfagas de los policías, por ahorcamientos, además del hambre, las enfermedades y el frío.

Junto con los judíos fueron exterminados entre 70 mil y 75 mil polacos, unos 21 mil gitanos, 15 mil prisioneros de guerra soviéticos (rusos, bielorrusos y ucranianos, principalmente) y de 10 mil a 15 mil ciudadanos de otras naciones europeas, conforme a estadísticas del Museo Auschwitz-Birkenau.

Documentos develados por el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) estiman entre cuatro y seis millones de personas exterminadas en ese campo de concentración.

La Comisión Extraordinaria que interrogó a testigos y verdugos concluyó que en Auschwitz murieron más de cuatro millones de personas, indicó el historiador ruso Vladímir Makárov, experto del Archivo Central del FSB.

Makárov explicó que, según archivos desclasificados, desde su creación en 1940, cada día llegaban a Auschwitz una media de 10 convoyes ferroviarios con presos de los países ocupados por los nazis. Cada tren constaba de 40 a 50 vagones, en cada uno de los cuales había entre 50 y 100 personas.

Un 70 por ciento de los recién llegados eran exterminados inmediatamente y sólo a los físicamente más fuertes se les aplazaban la muerte para que trabajaran en fábricas militares nazis o fueran empleados para macabros experimentos médicos, subrayó el experto.

El campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau fue convertido en museo en 1947 y 30 años más tarde la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad.

Con su mensaje a los presentes en las conmemoraciones de hoy, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, llamó a aunar los esfuerzos para luchar contra los intentos de tergiversar la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Ya pasaron, dijo, 65 años desde que el fascismo fue derrotado, pero aún hoy se oyen voces que intentan justificar los crímenes nazis y poner a un mismo nivel a víctimas y verdugos, a liberadores y ocupantes.

Algunos países van incluso más allá y califican de héroes a los cómplices de los nazis, advirtió Medvédev.

El jefe del Kremlin calificó nuevamente de inadmisibles los intentos de revisar la historia y consideró una "obligación de todos" la unidad de esfuerzos para luchar contra las tergiversaciones de la guerra declarada por el Tercer Reich contra la Humanidad.

Debemos ser firmemente conscientes de que la indiferencia y la apatía, así como el olvido de las lecciones que nos da la historia al final conducen a tragedias y crímenes, alertó el líder de Rusia.

En su opinión, la tragedia de la Segunda Guerra Mundial continúa siendo una amarga advertencia para todos.

Las generaciones que no vieron los horrores de la guerra deben saber de ellos, sentenció Medvédev en su mensaje por las víctimas del fascismo.

viernes, 15 de enero de 2010

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Diez historias (españolas) de espías de la II Guerra Mundial

Los alemanes, confiados por 'jugar en casa' perdieron la batalla del espionaje
Muchos falangistas se ofrecieron a los nazis... con pocos resultados

Recientes revelaciones de la operación Mincemeat y el estreno de la extraordinaria película 'Garbo' de Edmon Roch animan a mirar hacia un momento insólito en el que España fue el escenario fundamental de la guerra de inteligencia entre nazis y aliados.

Empecemos por el propio Garbo. ¿Cómo es posible que el espía más decisivo de la Segunda Guerra Mundial nunca pisara una oficina de ningún servicio de inteligencia, no hablara inglés ni alemán, y acabara convirtiendose en la única persona condecorada por ambos bandos durante la contienda? Responder a esta inquietante pregunta sólo es posible a partir de la singular de Juan Pujol, el Garbo de los aliados, el Arabal de los alemanes.

De esquivo prófugo durante la Guerra Civil a agente doble, pieza fundamental en el desembarco de Normandía..., Pujol recorrió una trayectoria tan fascinante como útil para desentrañar el juego de intereses y falsedades que convirtieron a España en un foco de espionaje determinante para el resultado final del conflicto. Primero contactó con los alemanes, los convenció de ser un nazi convencido. Falso. Improvisó para ellos un puñado de informes y, cuando su aventura personal parecía tocar fin, fue captado por los británicos.

A partir de ahí, Pujol trasladado realmente a la capital británica, la eficacia de Pujol como intoxicador al servicio del MI5 constituyó uno de los ejercicios más sorprendentes de pericia en la historia del espionaje moderno. Nada de eso hubiera sido posible sin la ayuda de su enlace en el servicio de contraespionaje británico, Tomás Harris, un bohemio pintor de madre española que representa por sí mismo otro personaje de inagotable fascinación.

Alemanes relajados
La labor de Pujol no habría sido posible si los agentes de inteligencia alemanes en Madrid no hubieran pecado del exceso de confianza que les permitía saberse en territorio amigo, con un régimen cómplice y una opinión pública favorable. Berlín desplegó en Madrid su mayor embajada en un país supuestamente neutral. Entre el más de medio millar de funcionarios existía una nutrida nómina de agentes de la Gestapo, el Abwehr, y el SD, el servicio de información político del partido nacional-socialista.

Al frente de este operativo figuraba Wilhelm Leissner, alias Gustav Lenz, un respetado oficial de la armada amigo personal del almirante Canaris. La ideología conservadora de Leissner, no obstante, distaba de encajar en los principios del nazismo y su puesto en Madrid obedeció siempre a su discreción y a su amistad personal con Canaris.

De él dependían dos de los agentes más activos del espionaje militar en España: Eberhard Kieckebusch y Friedrich Knappe Ratey, alias Federico. Éste último resultó ser el mentor de Pujol como agente alemán, ajeno al engaño del que era objeto.

Falangistas de mala vida
De ambos dependió igualmente el amplio listado de españoles que por convicción o dinero se prestaron a colaborar con la inteligencia germana en el Reino Unido y otros países enemigos del Eje. Entre ellos, el personaje más exótico e inclasificable fue sin duda Ángel Alcazar de Velasco, falangista de camisa vieja, torero en su juventud, pintor y periodista, que sumaba a sus dudosas cualidades como espía la amistad personal con Ramón Serrano Suñer.

Alcázar de Velasco fue nombrado agregado de prensa en la Embajada Española en Londres con la misión clandestina de suministrar información a Berlín y crear una red de agentes. El duque de Alba, entonces embajador, toleró pero nunca acató de buen grado su presencia. En la órbita de Velasco actuaron como informadores improvisados un joven falangista llamado Miguel Piernavieja del Pozo (neutralizado desde un primer momento a causa de su afición a las faldas y la bebida), y Luis Calvo, corresponsal del diario 'ABC' y futuro director del periódico. Detenido por el MI5, Calvo fue llevado al campo de prisioneros 020, a las afueras de Londres, interrogado desnudo y considerado culpable de espionaje. Sólo la mediación diplomática al más alto nivel impidió una sentencia de muerte, aunque pasó el resto de la guerra como prisionero.

El propio Velasco fue siempre objeto de seguimiento por el MI5, si bien no hacía falta demasiado empeño en vigilar su conducta. Su indiscreción era notoria y no dudaba en visitar alguno de los más exclusivos clubs londinenses con el uniforme falangista.

El prolífico Velasco llevó sus ansias aventureras posteriormente hasta el mismo Imperio japonés, para quien creó una red de confidentes en Estados Unidos, la red Tô, de exiguos resultados pero que le reportaron pingües beneficios. En ella colaboraron varios diplomáticos, y alguno, como el cónsul español en Vancouver Fernando de Kobe, pagó la osadía con su detención a manos del FBI.

Otros diplomáticos de carrera también prestaron su esfuerzo a la causa alemana con una dedicación que fue incluso criticada desde Madrid. Fue el caso, por ejemplo, de Pedro Prat y Soutzo, embajador durante la guerra en Turquía y Finlandia, condecorado tanto por Italia como por Alemania, quien no dudó en prestar notables servicios al Eje mediante la divulgación de información diplomática y datos de la Unión Soviética que remitía tanto a Berlín como a Madrid.

Un confortable refugio
Con la derrota del Eje, la mayoría de estos agentes, de perfil más propio de 'anacletos' que de profesionales de inteligencia, vieron frustradas sus aspiraciones. Sin embargo, varios reincidieron en su batalla particular, ahora contra el comunismo y la influencia soviética. Alcázar de Velasco y Prat siempre se mostraron contumaces en la defensa de sus principios. Les apoyaba un régimen que, aunque diplomáticamente había variado su lealtad, mantenía una enconada simpatía por el amigo derrotado.

En los años inmediatamente posteriores, Madrid acogió a no menos de medio centenar de importantes nacional-socialistas o fascistas procedentes de países satélites. Otto Skorzeny, Leon Degrelle o Ante Pavelicv no representaron una excepción, sino la regla de una diplomacia tácita de acogida. Vivieron en un refugio acogedor y cómplice, al tiempo que Pujol mantenía el anonimato de una vida anodina en Venezuela siempre temeroso de que se descubriera su auténtica identidad. Al fin y al cabo, sabía que los primeros, los otros, seguían contando con su hombre en Madrid.


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* Javier Juárez es periodista y escritor. Ha publicado entre otras obras 'Juan Pujol, el espía que derrotó a Hitler' y 'Madrid, Londres, Berlín. Espías de Franco al servicio de Hitler'. Su último libro es 'Comandante Durán. Leyenda y tragedia de un intelectual en armas'
DE ELMUNDO.ES

martes, 12 de enero de 2010

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Irlanda durante la Segunda Guerra Mundial (I)

Primera parte del capítulo referente a Irlanda, sobre su actuación durante el conflicto que nos atañe. Como veis me he tomado unos meses libres para estudiar diversas asignaturas y también para documentarme sobre los países de los que se hablará en Europa en dos bandos. A partir de ahora vuelvo con ánimos renovados. Que disfruteis con esta introducción del capítulo. Pronto la actuación irlandesa en la guerra, prestando especial atención a los voluntarios y a los irlandeses del norte o Ulster. Saludos a todos y todas.
- Situación hasta 1939

A lo largo de todo el siglo XIX surgió en Irlanda un fuerte movimiento político que propugnaba la separación de la isla del Reino Unido. Ante la imposibilidad de mantener bajo una férrea disciplina al territorio de mayoría católica los políticos ingleses fueron concediendo poco a poco libertades a Irlanda que no gozaban otros territorios del imperio británico. Así, en 1914 se adoptó la autonomía irlandesa, pero la Primera Guerra Mundial relegó el proyecto a un segundo plano. Durante el conflicto los irlandeses se movilizaron y unieron al ejército británico, organizándose en dos ramas: los voluntarios del Ulster y los voluntarios de Irlanda del sur. Tanto unos como otros no buscaban sino una posterior ayuda por parte de Londres. Aún así el movimiento independentista siguió latente, promoviéndose varias y diversas manifestaciones. Entre 1916 y 1917 se suceden represalias contra los dirigentes de partidos nacionalistas como el Sinn Féin. Muchos de ellos son ahorcados y otros tantos encerrados de por vida. Los supervivientes de estos partidos se organizaron de nuevo y obtuvieron cada vez más representación en las diferentes elecciones que se sucedieron hasta que, en 1919, se proclamó la independencia irlandesa. Comenzó entonces una confrontación entre partidarios de la continuidad en el Reino Unido (como los voluntarios del Ulster) y los partidarios de la independencia (como el IRA o Ejército Republicano Irlandés).

Durante casi tres años el Ira y varios grupos radicales separatistas comenzaron una guerra de guerrillas contra el ejército británico y los paramilitares fieles a Londres. Ante la gravedad de la situación el parlamento británico ofreció a Irlanda el denominado Tratado de Partición, por el cual se ofrecía la autonomía casi total, en forma de dominio, a la región sur y centro; mientras que al Ulster se le concedía la capacidad de elegir entre seguir siendo parte del Reino Unido o unirse al nuevo dominio, denominado Eire. Por este tratado las regiones que se declararan autónomas tendrían una independencia casi absoluta y representación en el parlamento de Londres.

A pesar del incremento de las libertades y de la autonomía irlandesa, muchos de los miembros más radicales del IRA y el Sinn Féin sintieron la necesidad de una independencia absoluta y la derogación del Juramento de Obediencia y Fidelidad a la Corona. El nuevo ejército irlandés, manifiestamente a favor del tratado, se enfrentó a la facción del IRA dirigida por Éamon de Valera en una nueva guerra de guerrillas. Tras varias derrotas de los rebeldes, en mayo de 1923 se firmó la paz que supuso la unión de las facciones irlandesas si bien la rivalidad entre las mismas permanece hasta la actualidad.

A pesar de las graves pérdidas provocadas por los sucesivos y constantes enfrentamientos en toda Irlanda, la obtención de la autonomía supuso un empuje a la industrialización de la economía del futuro país. Se electrificó la iluminación de las ciudades y comenzó a fomentarse la creación de empresas privadas de régimen capitalista. Comenzaron a aparecer también conflictos económicos con Inglaterra, que empobreció y paralizó en ocasiones el país. A ello se unió la llegada de la Gran Depresión, que llevó al gobierno autónomo a tomar medidas muy proteccionistas como la autarquía y las medidas arancelarias. Por desgracia para los irlandeses estas medidas no hicieron sino bajar la productividad y fomentar el desabastecimiento. De esta forma el estado se vio obligado a comprar las empresas no rentables mediante nacionalizaciones, creando un régimen de monopolio que, junto a un mayor gasto público, permitió alcanzar antiguos niveles de renta y producción.

jueves, 15 de octubre de 2009

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Holanda en la Segunda Guerra Mundial (capítulo completo)

Capítulo completo de Europa en Dos Bandos, los estados europeos durante los años treinta y la Segunda Guerra Mundial
PAÍSES BAJOS

- Situación tras la Gran Guerra

Los Países Bajos u Holanda permanecieron neutrales durante toda la Gran Guerra. Gracias a ello tuvieron la oportunidad de aumentar el mercado exterior para sus productos, especialmente en lo que a maquinaria y armamento o municiones se refiere. Aún así, la dificultad de comercio con países beligerantes y la inseguridad de las rutas comerciales, tanto marítimas como terrestres, provocó el racionamiento de alimentos hasta 1918. Unido a la masiva llegada de refugiados belgas y a la presión de la diplomacia alemana y británica conllevó una fuerte agitación social. Esta agitación se vio reflejada en los cambios constitucionales del año 1917, que buscaban relajar los ánimos a las clases conservadoras y proletarias. Se aprobó el sufragio universal masculino y el voto obligatorio, así como la posibilidad de una enseñanza tanto pública como privada.

Casi inmediatamente después de acabar la contienda el país se encontraba inmerso en un crecimiento económico que permitió que fuera uno de los territorios que antes alcanzó las cifras de producción industrial existentes en tiempos prebélicos. De esta forma los Países Bajos se convertían en una zona industrial dentro de la vieja Europa. Este fuerte crecimiento se prolongó durante la mayor parte de los llamados “felices años veinte” y se caracterizó por la copia del estilo de vida americano, incluyendo su música y la moda predominante en América.

Tras la euforia y las ansias por olvidar de los años veinte llegó la Gran Depresión, que no hizo sino fomentar un clima de desánimo masivo y grave crisis económica que el gobierno conservador del presidente Colijn no pudo solucionar. Lejos de las medidas que iban tomando otros países, encabezados por el New Deal de Roosevelt, apenas se producían avances en materia social o económica. Ejemplo de ello es que el país no adoptó el patrón oro hasta el año 1936, siendo uno de los países más afectados por la crisis en ese momento. Se alcanzó el 40% de paro entre la población activa, motivando la aparición de grupos extremistas, tanto marxistas y anarquistas como fascistas y nacionalsocialistas. Estos últimos comenzaron una etapa de crecimiento que se vio estancada debido al antisemitismo reinante en los mismos.

- Amenaza alemana y neutralidad holandesa

En el año 1933, Marinus van der Lubbe fue acusado de incendiar el Reichstag. El holandés fue encerrado y condenado a muerte en la guillotina. Poco después se sucedieron las detenciones de todo tipo de militantes de izquierda en Alemania. El extremismo nazi alcanzaba así la cima del poder político y comenzaba a volver sus ojos hacia Europa. En los Países Bajos empezó a palparse un clima de inseguridad que llevaría al gobierno a comenzar la modernización del más que anticuado ejército nacional.

Poco a poco se iban sucediendo las conquistas nazis por toda Europa: Austria, Checoslovaquia… Cuando Hitler posó su mirada sobre Polonia dio comienzo la Segunda Guerra Mundial. Los Países Bajos esperaban que se respetase su neutralidad como sucedió durante 1914, pero esta vez tenía enfrente a otra Alemania muy distinta. Tras aniquilar el ejército polaco la maquinaria de guerra alemana se fijó en los países nórdicos, ricos en materias primas y zona imprescindible para el control del mar Báltico. Al poco tiempo cayeron Noruega y Dinamarca. La primera seguía contando con ayuda británica y francesa en la zona del puerto de Narvik, pero la capital y las ciudades más importantes ya habían caído.

Pronto les llegó la hora a los países neutrales del centro europeo, futuro Benelux, formado por Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Frente a la frontera holandesa el alto mando del ejército alemán (OKH) había desplegado el Grupo de Ejércitos B, al mando del general Fedor von Bock, que comprendía el 18º Ejército (Küchler) y el 6º (Reichenau), situados entre Nimega y Maasrtich.

- Guerra, ocupación y liberación

+ Invasión alemana


En la noche del día 10 de mayo de 1940 comenzó el ataque combinado contra Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia. El objetivo era claro para los alemanes: atacando las neutrales Bélgica y Holanda el Grupo de Ejércitos B de von Bock realizarían una rotura en la frontera francesa por el norte con el fin de acabar con cualquier tipo de refuerzo llegado desde Gran Bretaña. Su misión sería también acabar con cualquier intento de refuerzo que intentara alcanzar las líneas francesas permitiendo al Grupo de Ejércitos A de Gerd von Rundstedt y al Grupo de Ejércitos C de Wilhelm von Leeb realizar una maniobra de envoltura.

De esta forma durante la noche del día 10 la Luftwaffe realizó una serie de bombardeos sobre los aeródromos holandeses destinados a acabar con las fuerzas aéreas del país. Acto seguido tomaron tierra los paracaidistas, intentando capturar La Haya y sus aeródromos. Lo mismo hicieron en Rotterdam. En el primer caso la ofensiva aérea fracasó y no permitió el aterrizaje de decenas de aviones con tropas a bordo. En Rotterdam, en cambio, la situación favoreció desde un primer momento a las tropas de asalto y paracaidistas alemanas. Pequeños equipos especiales tomaron los edificios públicos principales mientras los paracaidistas tomaban tierra en el aeródromo de Waalhaven, doblegando a las tropas allí guarnecidas en una confusa lucha. Tras la toma o retirada de algunos de los aeropuertos holandeses los comandos de asalto intentaron la toma de los puentes sobre los sucesivos canales que servían de defensa. En la mayor parte de las operaciones los puentes fueron volados o los comandos inutilizados.

A pesar del relativo éxito de algunas de las operaciones que el ejército alemán había llevado a cabo hasta ese momento en la zona, este todavía debía tomar todo el territorio holandés desde la frontera del este. Dicho territorio fue inundado por las tropas holandesas con el fin de retrasar el avance de las tropas mecanizadas. Los holandeses mantenían tres líneas fortificadas o de fuerte resistencia: los ríos Yssel y Mossa, la línea Peel-Raam y la línea Grebbe.

Un primer intento de cruzar los ríos al asalto acabó con la derrota alemana pero, poco después, se vio reflejada la superioridad aérea alemana cuando los bombarderos de la Luftwaffe destruían las fortalezas, algunas con siglos de antigüedad.
Durante el día 11 los intentos holandeses de acabar con las tropas alemanas en Rotterdam se repetían sin éxito. Durante la noche del 10 al 11 los alemanes habían sobrepasado en algunas zonas los ríos Yssel y Mossa y la línea Peel-Raam. Mientras, en el norte de Bélgica, las tropas alemanas tomaron el fuerte Eben-Emael y alcanzaron la línea Peel-Raam por el sur. Los franceses de la 1ª División Motorizada que venía en refuerzo de las tropas holandesas tuvo que replegarse hacia el sur. La 9ª División blindada de von Hubicki consiguió tomar contacto con los paracaidistas en Moerdyck, cerca de Francia, rompiendo contacto con los holandeses.

La ofensiva desde el sur fracaso al llegar a la línea Grebbe, donde se concentraron gran cantidad de tropas defensoras. Ante el cariz de los acontecimientos tanto la Casa Real como el Gobierno partieron hacia Gran Bretaña el día 13.

El 14 de mayo llegó un ultimátum desde Alemania a los defensores de Rotterdam: o entregaban la ciudad o serían bombardeados cruelmente. Oficiales de alto rango negociaban la capitulación poco antes de que el plazo expirara y quizás por ello los bombarderos no recibieron la orden de detenerse y comenzaron a arrojar cargas explosivas sobre Rotterdam, matando a cerca de 700 civiles y dejando una desoladora estampa.

Tras el bombardeo de Rotterdam los alemanes enviaron otro ultimátum con contenido similar anunciando el bombardeo de nuevas ciudades como Utrecht. Ante esta situación y el convencimiento de que las líneas de defensa no aguantarían mucho más el general Winkelman, encargado de la defensa, solicitó al Alto Mando alemán el fin de las hostilidades y la firma de la capitulación solo válida para territorio europeo. La guerra seguiría desde 1941 en las colonias del Pacífico, donde los japoneses estaban preparando una gran ofensiva. Estas colonias serían dirigidas desde Londres por el gobierno en el exilio.

Tras el ataque a Peral Harbour el 7 de diciembre de 1941 los territorios holandeses de ultramar comenzaron a atraer a los japoneses. Tras la conquista de Birmania, Filipinas y Singapur, donde más de 100.000 británicos fueron hechos prisioneros en la peor derrota del Pacífico, la flota japonesa puso rumbo a Indonesia. La flota aliada fue derrotada y la mayoría de sus buques acabaron en el fondo del mar. Cerca de 900 holandeses fallecieron durante el combate. Cuando los japoneses invadieron Indonesia las tropas holandesas crearon un plan de defensa móvil que fracasó al cabo de unos tres meses. Como ocurrió en otras muchas colonias europeas los ciudadanos que habían nacido en la metrópolis fueron internados en varios campos de concentración, siendo obligados a realizar trabajos forzosos. Junto a ellos más de 100.000 indonesios crearon pistas de aterrizaje, cuarteles y barracones. Al final de la guerra se estima que entre el 30 y el 60% de los prisioneros fallecieron por las condiciones de insalubridad y las escasas raciones.

Tras las victorias norteamericanas en las batallas de Midway y Mar del Coral se comenzó a allanar el camino para la reconquista de los territorios europeos en Asia. Pero la situación en Indonesia no volvería a ser la misma. Acabada la contienda aumentaron de forma significativa los movimientos nacionalistas por parte de los nativos. El Partido Nacional de Indonesia (PKI, siglas originales), dirigido por Sukarno, nacionalista famoso en las islas, declaró la independencia del país. Los holandeses realizaron varias acciones militares condenadas por las Naciones Unidas y, cuatro años después, concedieron la independencia al país.

+ La vida en zona ocupada y resistencia

Tras el apaciguamiento de las zonas conquistadas y la aparentemente cercana victoria alemana sobre los aliados, el pueblo holandés comenzó a rehacer su vida. A pesar de la ferocidad con la que se llevó a cabo la invasión y los numerosos destrozos que esta ocasionó en algunas ciudades como Rotterdam, pronto la situación cambió a mejor. Las causas principales recaen en el pensamiento ario de los nacionalsocialistas y en la escasa disposición del pueblo local a la sublevación.

El primer aspecto se entiende como la aceptación de los alemanes de sus vecinos occidentales como miembros de la raza superior, ya que ambos pueblos compartían y comparten rasgos comunes. De esta forma, como en Noruega, Holanda gozó de una mayor autonomía hasta la fase final de la guerra. En lo referente al conformismo de la mayor parte del pueblo la causa recae en la situación geográfica e histórica: el terreno holandés se caracteriza por la escasez de alturas y la inmensidad de las llanuras. Unido a la escasa preparación militar del pueblo holandés, que no había luchado desde el siglo XIX, hacia poco propicia la lucha de desgaste y guerrilla.

La mentalidad jugó también un papel determinante. Gran parte de la ciudadanía consideraba a sus líderes políticos poco menos que unos ineptos y veían en la masificada y productiva economía alemana la forma de salir de la crisis acuciante. Así, en un primer momento, se llegó a ver con buenos ojos una temporal ocupación alemana del país.

No obstante, a partir de la llegada de las SS y la GESTAPO y el comienzo de las deportaciones de judíos, los holandeses comenzaron a ver al invasor con otros ojos. Muchos fueron los que dieron su vida para salvaguardar la de la población semita en áticos y bodegas, dando lugar a casos como el de Ana Frank. Ante la imposibilidad de resistencia violenta por los aspectos anteriormente descritos comenzaron a aparecer nuevas formas de protesta: resistencia pasiva, ausencia de trabajadores para puestos de trabajo esenciales (véase fábricas de munición), pequeños sabotajes, ignorancia hacia las leyes alemanas…

La deportación de cientos de judíos llevó a una huelga ferroviaria generalizada y a fuertes disturbios, que acabaron con decenas de heridos y un impresionante despliegue militar. Holanda fue el único país ocupado que protestó de forma reiterada y organizada contra la deportación y asesinato de judíos. Aún así, las marchas pacíficas y no tan pacíficas no pudieron impedir la muerte de unos cien mil judíos neerlandeses, sobreviviendo alrededor de treinta mil, un 25% del total.

Uno de los momentos en que la población se manifestó de forma más enérgica fue tras la prohibición de los colores nacionales. Además de la retirada de banderas tricolores se condenó enérgicamente el color naranja como símbolo nacional y también de la resistencia. Como respuesta la población salió a las calles con miles de brazaletes naranjas, haciendo llegar al comisario austriaco-alemán Seyss-Inquart su réplica.

Durante la operación Market-Garden se produjeron alzamientos de la resistencia en aquellos lugares donde los americanos y británicos iban llegando. Se sucedieron acciones de represalia contra los colaboracionistas y las prostitutas que se habían acostado con alemanes. Estas acciones iban desde los cortes de pelo a las mujeres hasta los asesinatos sumarios a algunos hombres. Tras el fracaso de la operación (como se puede leer en el siguiente apartado) se sucedieron las represalias, esta vez por parte alemana.

Cerca de un millón de personas perecieron durante el invierno de 1944-45 debido al hambre y a la situación de los campos y ciudades tras los combates de septiembre. La falta de suministros de las tropas alemanas llevó a la Wehrmacht a confiscar prácticamente todos los alimentos existentes. Que el invierno fuese uno de los más fríos de todo el siglo provocó además la muerte de muchas personas por congelamiento ya que sus casas habían sido destruidas y no tenían donde resguardarse. No fue hasta la primavera de 1945 cuando los aliados comenzaron a enviar centenares de las denominadas neveras con paracaídas con el fin de aliviar el sufrimiento de la población y ante la más que inminente liberación.

+ Operación Market Garden y liberación

En septiembre de 1944 la situación aliada era bastante buena. Los alemanes se retiraban y los aliados habían liberado Francia y parte de Holanda. El único problema que encontraban era la llegada de suministros desde los puertos artificiales de Normandía. Por ello la ofensiva aliada paró cerca de la línea Sigfrido. Las reservas de combustible estaban casi al mínimo y apenas llegaban municiones. Se hacía necesario un golpe de efecto si se quería acabar la guerra rápidamente.

El general Montgomery, recién ascendido a mariscal de campo, propuso entonces la apertura de un nuevo frente desde el cual se pudiese llegar a las zonas industriales alemanas y acabar con las reservas de combustible y suministros del eje. De esta manera sería posible llegar a Berlín antes de las Navidades. El plan que Montgomery llevó al cuartel general aliado de Eisenhower era muy ambicioso y contaba con el asalto aerotransportado de los puentes de Arnhem, Eindhoven y Grave. Con el consiguiente embolsamiento de las defensas alemanas y la pacificación de Holanda se abriría un corredor amplio y nulamente protegido hacia el corazón de Alemania. Aunque Eisenhower no quedó muy satisfecho concedió a Montgomery el mando del XXX Cuerpo de Ejército Británico (formado por el 1º Ejército Canadiense y el 2º Británico), así como la 101 y 82 Divisiones Aerotransportadas de los EEUU y de la 1ª División Aerotransportada del Reino Unido. Los mandos aliados, principalmente los británicos, consideraban que Holanda estaba defendida por ancianos, niños y enfermos, ya que la mayor parte de las tropas alemanas se encontraban defendiendo la retirada tras la línea Sigfrido de las tropas derrotadas en Normandía. Con lo que no contaban era con que el II Cuerpo SS Panzer (II SS Panzerkorps) había sido retirado a Holanda para reorganizarse tras los feroces combates en la zona comprendida entre Cherburgo y Caen. El grupo estaba formado por dos divisiones blindadas, la 9° Waffen SS “Hohenstauffen” y la 10ª Waffen SS “Frundsberg”. Ambas divisiones se habían curtido en el frente del Este, luchando con los formidables tanques soviéticos en diversas batallas. En el frente Oeste supieron contener a las tropas aliadas hasta que las bajas fueron tan amplias que obligaron al Alto Mando a retirarlas de la línea de combate. Aún a pesar de los escasos refuerzos recibidos las dos divisiones eran capaces de hacer frente a una acción enemiga aerotransportada ya que habían recibido entrenamiento en acciones de defensa antiaérea. Junto al Cuerpo Panzer se había creado un Kampfgruppe (grupo de combate formado por diversas unidades con el fin de poder realizar todo tipo de acciones) bajo el mando del teniente general Hans von Tettau. Formado por unos 12.000 soldados y diversos vehículos, tanto capturados a los franceses en el 40 como de fabricación alemana, suponía una defensa bastante heterogénea pero con amplia movilidad y potencia de fuego frente a las divisiones aerotransportadas. Por último, los alemanes contaban con el 1ª Ejército Paracaidista (Fallschimjäger Armee) bajo el mando de Student. Lejos de sus asaltos aerotransportados realizados años atrás este ejército se había convertido en una división más de infantería sin la fuerza suficiente como para rechazar ataques de envergadura.

Los servicios de inteligencia aliados buscaron un levantamiento de la Resistencia holandesa a la vez que se realizaba el ataque aerotransportado con el fin de desmoralizar y confundir a las guarniciones alemanas. Para ello varios agentes se pusieron en contacto con civiles de Nimega, Eindhoven y Arnhem. Por desgracia para los aliados el comandante canadiense encargado de la operación, Lindmans, también conocido como King-Kong, era en realidad un agente encubierto de los alemanes. Estos, avisados a tiempo de la situación, enviaron al sector de Nimega decenas de unidades de refuerzo, incluyendo baterías antiaéreas, alarmas, compañías formadas por soldados de permiso y miembros de las SS y la policía holandesa. La GESTAPO se encargó por su parte de acabar con los líderes holandeses entrando en sus escondites y llevándolos a un viaje sin regreso hacia los campos de concentración. Decenas de muertes acallaron el alzamiento. Montgomery decidió no dar importancia a estos hechos y dio orden de comenzar la ofensiva.

Durante el primer día de ofensiva (17 de septiembre) cayeron del cielo miles de soldados británicos y polacos sobre la zona de Arnhem. Los asustados defensores alemanes buscaron repeler la invasión con graves pérdidas sobretodo para los británicos. Por su parte las tropas americanas y voluntarios belgas y holandeses consiguieron tomar los puentes sobre Nimega y los canales cercanos. Se abrió un corredor que abarcaba desde la frontera alemana hasta la belga. Ello permitió la llegada de apoyo blindado americano y británico. La situación alemana parecía desesperada. Fue entonces cuando apareció el ingenio del mariscal de campo Model. En un alarde de inteligencia y capacidad de liderazgo organizó unas fuertes defensas con escasos efectivos: Eindhoven sería defendida por Student y su Ejército paracaidista ante la 101 División aerotransportada americana. En Nimega la 10ª SS Panzer pararía los cuerpos blindados anglo-americanos con el apoyo de voluntarios y refuerzos provenientes de Alemania e, incluso, de los hospitales. Por último, la 9ª SS Panzer defendería el puente sobre Arnhem y acabaría con la 1ª División Aerotransportada Británica. Ya el día 18 el Kampfgruppe Knaust, recién creado y movilizado, intentó reconquistar el puente de Arnhem mediante la utilización de vehículos blindados si bien tras acabar varios destruidos se desistió por el instante. El Kampfgruppe Tettau, por su parte, intentaba acabar con el 3º Batallón Británico. La Luftwaffe consiguió bombardear sin respuesta varios puentes mientras los cazas y las baterías antiaéreas acababan con decenas de transportes aliados. La ausencia de cazas aliados respondía a una orden llegada desde el Alto Mando británico en la que se pedía no intervenir mientras se diesen operaciones aerotransportadas. Durante todo el día se sucedieron combates de intensidad en las cercanías de Arnhem, donde nuevos cuerpos británicos caían del cielo sobre tropas alemanas fuertemente apostadas y armadas. La razón de que este ataque, planeado para la mañana, se diese horas más tarde fue la salvación de los alemanes: el día había amanecido con niebla en la zona sur, imposibilitando la salida de muchos aparatos. Los aliados habían perdido la superioridad aérea. Model, consciente de esta agradable y en absoluto esperada falta de aeroplanos hostiles ve cada vez más posible la retirada angloamericana. El 19 se torcieron definitivamente las cosas para los cuerpos aliados. Desde Alemania y Dinamarca llegaban decenas de tanques Tigre y cazacarrros Stug III. La infantería alemana se acercaba desde tres puntos a las defensas del puente de Arnhem sin poder ocuparlo. En las cercanías de Eindhoven la 107ª brigada Panzer y la 59ª división de infantería intentaban una operación de pinza contra los defensores, anteriormente atacantes. Tras bastantes horas de combate el ataque se frenó con las últimas fuerzas americanas de la 101ª división aerotransportada. El día 20 supuso una tregua encubierta para recoger algunos heridos. Los alemanes tomaron al fin el puente de Arnhem y sobre él no cesaron de pasar tropas y, aún más importante para los intereses alemanes, blindados. En Nimega, como consecuencia de la tardanza de Model en volar el puente sobre el Waal, los británicos conseguían capturar el centro urbano. Aunque en última instancia se intentó volar el puente los explosivos fallaron sin explicación clara. Algunas fuentes lo consideran como un acto de sabotaje mientras otras creen que fue una mala fabricación del material explosivo la causante del traspiés para los alemanes. Para el día 21, los combates se trasladaban hacia el este y el sur. Los reductos ingleses intentaban ser tomados mientras, con dos días de retraso, comenzaba el salto de los paracaidistas polacos. Su oficial al mando, el general Sosabowski, divisó el puente de Arnhem y los tanques alemanes atravesándolo. Es de elogiar por tanto que continuase con el ataque, ya que suponía una casi segura muerte para él y sus hombres. Mientras, en Nimega las divisiones blindadas comenzaron su avance en dirección a Arnhem, siendo bloqueados por los alemanes bien entrada la tarde. Se produjo entonces uno de los mayores atascos militares de la historia, retrasándose aún más el avance aliado. Durante todo el día 22 los alemanes utilizaron piezas de artillería para bombardear las posiciones de la infantería mientras los regimientos alemanes descansaban. En la autopista del famoso atasco, denominada Autopista del infierno, se sucedían pequeños ataques contra los blindados y las guarniciones británicas y estadounidenses. La RAF canceló de nuevo los vuelos desde Gran Bretaña como consecuencia del mal tiempo, por lo que las reservas de combustible siguieron disminuyendo. Por la tarde una fuerte concentración de tropas alemanas cae en la zona de Veghel causando estragos y recuperando la carretera. Los repetidos intentos por reabrir el corredor acaban en saco roto. Durante la noche y el día 23 los polacos intentaron atravesar el río que les separaba de los británicos. Los alemanes hostigaron en todo momento la retirada. En la zona de autopista recuperada el día anterior por los alemanes se organiza un contraataque que acaba por desalojarlos sin apenas intercambio de fuego. Entre el 24 y el 25 de septiembre se suceden las retiradas aliadas. Durante el primero de estos dos días consiguen salvarse 75 de los 300 polacos atrapados en el norte del río. El resto, junto a varias compañías británicas son capturados. Tan solo los canadienses de Nimega conservaron sus posiciones ante la retirada general. Este saliente fue el punto de partida para que en febrero del año siguiente se realizara la operación Veritable y liberara Holanda.

Esta liberación tuvo lugar formalmente el día 5 de mayo de 1945, cuando las últimas tropas alemanas comandadas por Blaskowitz se rindieron en el Hotel de Wereld, en Wageningen. La guerra había causado cerca de 195.000 bajas civiles víctimas directas de combates, 1.000.000 de civiles más muertos durante el invierno del 45 y unos 8.000 soldados muertos en su mayoría en la invasión del 40.

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Holanda en la Segunda Guerra Mundial (VI)

Al fin, último episodio:
Los servicios de inteligencia aliados buscaron un levantamiento de la Resistencia holandesa a la vez que se realizaba el ataque aerotransportado con el fin de desmoralizar y confundir a las guarniciones alemanas. Para ello varios agentes se pusieron en contacto con civiles de Nimega, Eindhoven y Arnhem. Por desgracia para los aliados el comandante canadiense encargado de la operación, Lindmans, también conocido como King-Kong, era en realidad un agente encubierto de los alemanes. Estos, avisados a tiempo de la situación, enviaron al sector de Nimega decenas de unidades de refuerzo, incluyendo baterías antiaéreas, alarmas, compañías formadas por soldados de permiso y miembros de las SS y la policía holandesa. La GESTAPO se encargó por su parte de acabar con los líderes holandeses entrando en sus escondites y llevándolos a un viaje sin regreso hacia los campos de concentración. Decenas de muertes acallaron el alzamiento. Montgomery decidió no dar importancia a estos hechos y dio orden de comenzar la ofensiva.

Durante el primer día de ofensiva (17 de septiembre) cayeron del cielo miles de soldados británicos y polacos sobre la zona de Arnhem. Los asustados defensores alemanes buscaron repeler la invasión con graves pérdidas sobretodo para los británicos. Por su parte las tropas americanas y voluntarios belgas y holandeses consiguieron tomar los puentes sobre Nimega y los canales cercanos. Se abrió un corredor que abarcaba desde la frontera alemana hasta la belga. Ello permitió la llegada de apoyo blindado americano y británico. La situación alemana parecía desesperada. Fue entonces cuando apareció el ingenio del mariscal de campo Model. En un alarde de inteligencia y capacidad de liderazgo organizó unas fuertes defensas con escasos efectivos: Eindhoven sería defendida por Student y su Ejército paracaidista ante la 101 División aerotransportada americana. En Nimega la 10ª SS Panzer pararía los cuerpos blindados anglo-americanos con el apoyo de voluntarios y refuerzos provenientes de Alemania e, incluso, de los hospitales. Por último, la 9ª SS Panzer defendería el puente sobre Arnhem y acabaría con la 1ª División Aerotransportada Británica. Ya el día 18 el Kampfgruppe Knaust, recién creado y movilizado, intentó reconquistar el puente de Arnhem mediante la utilización de vehículos blindados si bien tras acabar varios destruidos se desistió por el instante. El Kampfgruppe Tettau, por su parte, intentaba acabar con el 3º Batallón Británico. La Luftwaffe consiguió bombardear sin respuesta varios puentes mientras los cazas y las baterías antiaéreas acababan con decenas de transportes aliados. La ausencia de cazas aliados respondía a una orden llegada desde el Alto Mando británico en la que se pedía no intervenir mientras se diesen operaciones aerotransportadas. Durante todo el día se sucedieron combates de intensidad en las cercanías de Arnhem, donde nuevos cuerpos británicos caían del cielo sobre tropas alemanas fuertemente apostadas y armadas. La razón de que este ataque, planeado para la mañana, se diese horas más tarde fue la salvación de los alemanes: el día había amanecido con niebla en la zona sur, imposibilitando la salida de muchos aparatos. Los aliados habían perdido la superioridad aérea. Model, consciente de esta agradable y en absoluto esperada falta de aeroplanos hostiles ve cada vez más posible la retirada angloamericana. El 19 se torcieron definitivamente las cosas para los cuerpos aliados. Desde Alemania y Dinamarca llegaban decenas de tanques Tigre y cazacarrros Stug III. La infantería alemana se acercaba desde tres puntos a las defensas del puente de Arnhem sin poder ocuparlo. En las cercanías de Eindhoven la 107ª brigada Panzer y la 59ª división de infantería intentaban una operación de pinza contra los defensores, anteriormente atacantes. Tras bastantes horas de combate el ataque se frenó con las últimas fuerzas americanas de la 101ª división aerotransportada. El día 20 supuso una tregua encubierta para recoger algunos heridos. Los alemanes tomaron al fin el puente de Arnhem y sobre él no cesaron de pasar tropas y, aún más importante para los intereses alemanes, blindados. En Nimega, como consecuencia de la tardanza de Model en volar el puente sobre el Waal, los británicos conseguían capturar el centro urbano. Aunque en última instancia se intentó volar el puente los explosivos fallaron sin explicación clara. Algunas fuentes lo consideran como un acto de sabotaje mientras otras creen que fue una mala fabricación del material explosivo la causante del traspiés para los alemanes. Para el día 21, los combates se trasladaban hacia el este y el sur. Los reductos ingleses intentaban ser tomados mientras, con dos días de retraso, comenzaba el salto de los paracaidistas polacos. Su oficial al mando, el general Sosabowski, divisó el puente de Arnhem y los tanques alemanes atravesándolo. Es de elogiar por tanto que continuase con el ataque, ya que suponía una casi segura muerte para él y sus hombres. Mientras, en Nimega las divisiones blindadas comenzaron su avance en dirección a Arnhem, siendo bloqueados por los alemanes bien entrada la tarde. Se produjo entonces uno de los mayores atascos militares de la historia, retrasándose aún más el avance aliado. Durante todo el día 22 los alemanes utilizaron piezas de artillería para bombardear las posiciones de la infantería mientras los regimientos alemanes descansaban. En la autopista del famoso atasco, denominada Autopista del infierno, se sucedían pequeños ataques contra los blindados y las guarniciones británicas y estadounidenses. La RAF canceló de nuevo los vuelos desde Gran Bretaña como consecuencia del mal tiempo, por lo que las reservas de combustible siguieron disminuyendo. Por la tarde una fuerte concentración de tropas alemanas cae en la zona de Veghel causando estragos y recuperando la carretera. Los repetidos intentos por reabrir el corredor acaban en saco roto. Durante la noche y el día 23 los polacos intentaron atravesar el río que les separaba de los británicos. Los alemanes hostigaron en todo momento la retirada. En la zona de autopista recuperada el día anterior por los alemanes se organiza un contraataque que acaba por desalojarlos sin apenas intercambio de fuego. Entre el 24 y el 25 de septiembre se suceden las retiradas aliadas. Durante el primero de estos dos días consiguen salvarse 75 de los 300 polacos atrapados en el norte del río. El resto, junto a varias compañías británicas son capturados. Tan solo los canadienses de Nimega conservaron sus posiciones ante la retirada general. Este saliente fue el punto de partida para que en febrero del año siguiente se realizara la operación Veritable y liberara Holanda.

Esta liberación tuvo lugar formalmente el día 5 de mayo de 1945, cuando las últimas tropas alemanas comandadas por Blaskowitz se rindieron en el Hotel de Wereld, en Wageningen. La guerra había causado cerca de 195.000 bajas civiles víctimas directas de combates, 1.000.000 de civiles más muertos durante el invierno del 45 y unos 8.000 soldados muertos en su mayoría en la invasión del 40.